The Creator es una de esas películas que desde el momento en que se produjo el anuncio del proyecto, depositamos en ella grandes expectativas que se iban acrecentando a medida que íbamos conociendo más detalles acerca de la producción. Unas expectativas que empezaron a forjarse gracias a quien se sentaría en la silla de director, que no era otro que Gareth Edwards, el realizador británico con tan solo 3 películas a sus espaldas, Monsters (2010), Godzilla (2014) y la extraordinaria Rogue One (2016), se había ganado el crédito suficiente como para estar ilusionados con su nueva película y después de verla, podemos decir que este sigue completamente intacto, pues el resultado final de la misma es increíble en muchos sentidos.
La historia de The Creator trata uno de los temas más candentes de la actualidad como es el uso de la IA y las implicaciones futuras que esta podría tener, siendo este el punto de partida de una trama, que comienza haciendo un repaso en formato de película antigua a la cronología que llevó a la IA a asentarse entre la sociedad humana, convirtiéndose en figuras robóticas plenamente conscientes incluso muchas de ellas adquiriendo el aspecto de cualquier humano, hasta que un incidente nuclear arrasa por completo la ciudad de Los Ángeles, siendo este el detonante de un conflicto entre la especie humana y la IA, momento partir del cual se especifica que la mayoría de estas figuras fueron prohibidas por el gobierno de Estados Unidos, viéndose obligadas a refugiarse en su mayoría en la denominada Republica de Nueva Asía, donde sí estaban aceptadas, conviviendo estrechamente con la población local.
A partir de aquí, es donde entra en juego la figura protagónica de John David Washington como Joshua, un agente estadounidense en una misión de infiltración en Nueva Asia, que mantiene una relación sentimental con el personaje de Gemma Chan, Maya, y a su vez tiene el propósito de encontrar a Nirmata, arquitecto de la Inteligencia Artificial y supuesto conocedor del paradero de un arma que se teme capaz de destruir a la humanidad. Tras una serie de acontecimientos, Joshua, se ve obligado a volver a Estados Unidos, donde llegado el momento es requerido por altos mandos del ejercito estadounidense para infiltrarse de nuevo tras las líneas enemigas para encontrar mencionada arma, en una misión que resulta reveladora para él cuando descubre que tal amenaza está representada en la figura de un robot con forma de niña, a la que Joshua se referirá como Alphie, interpretada por la debutante Madeleine Yuna Voyles, pasando de una misión de extracción a una de salvación, demostrando lo difícil que es acabar con una figura consciente y con sentimientos propios por mucho que se trate de una entidad fabricada.
Todo ello, con un arma devastadora de trasfondo llamada Nomad, creada por el gobierno de Estados Unidos para acabar con los robots inteligentes a raíz de la catástrofe nuclear acaecida en el pasado. Un arma cuyo poder tiene la capacidad de erradicar cualquier objetivo relacionado con la IA, arransando todo a su paso, estableciéndose cierto paralelismo con la icónica Estrella de la Muerte de Star Wars que Gareth Edwards tan bien conoce.
La película ofrece un planteamiento ya visto anteriormente en cintas como Blade Runner 2049, donde se presenta la cuestión moral de que convierte a un ser en un ser humano valga la redundancia, es el carácter, la forma de actuar, la capacidad de pensar, los sentimientos que cada uno alberga en su interior, es decir, si todas estas características estuviesen presentes en una figura artificial, como puede ser el caso de los replicantes de Blade Runner o los denominados simulados en The Creator, ¿podrían ser catalogados como seres humanos de facto?. Hay un ejemplo en la película, sin entrar en mucho detalle, de un robot que, ante el ataque del ejército estadounidense, prefiere sacrificarse antes que dañar a personas humanas, por lo que Gareth Edwards abre un debate que cada cual podrá interpretar a su manera, pero sin duda te hará reflexionar.
En el apartado interpretativo vemos a un John David Washington que ofrece una de las mejores interpretaciones de su filmografía, demostrando que se está convitiendo en un actor con un gran carisma, muy a tener en cuenta, haciendo en The Creator un gran tándem junto a Madeleine Yuna Voyles, quien para ser una debutante en estas lides de la interpretación, carga a sus espaldas con gran parte del peso de la trama, haciendo un trabajo fantástico, no siendo descabellado pensar que pudiese estar nominada al Oscar, porque sin duda, su papel está a un nivel muy alto. En cuanto al resto de reparto, destacar tanto Allison Janney como a Ken Watanabe, quienes ofrecen interpretaciones muy sólidas.
El apartado visual es apabullante, la fotografía a cargo Greig Fraser, ganador del Oscar por Dune (2021), es una de las mejores cosas de la película, con unos planos que quitan el hipo, siendo en esta faceta una de las mejores del año, indiscutiblemente. Los efectos especiales están a la altura de cualquier superproducción, pues recordemos que la cinta solo ha costado 80 millones de dólares, una cifra muy alejada de lo que viene siendo habitual para un título de estas características, demostrando el director británico una excelente gestión de recursos, siendo una prueba de que no es necesario gastar tanto dinero para hacer una producción espectacular. En cuanto al sonido, este es rico en detalles y matices gracias al uso de la tecnología Dolby Atmos, creando un sonido envolvente, quedando muy bien distribuidos los efectos por los distintos canales, siendo una prueba a este respecto, el sonido de la Nomad cuando va a proceder al ataque.
La banda sonora a cargo de Hans Zimmer, denota su sello característico, dando lugar a una composición musical que transcurre entre la dinámica de la acción y la calma de los momentos más dramáticos e íntimos, recordando por momentos a las partituras de El Último Samurai y Blade Runner 2049.
El balance final es que The Creator, con una historia completamente original, aunque inspirada por otras cintas, es una de las mejores películas del año que gustará sobre todo a aquellos fans de la ciencia ficción pura, con una narrativa que puede resultar en ocasiones lenta y sosegada, haciendo hincapié en las relaciones entre los personajes, pero que queda compensado con momentos de tensión y acción, poniendo como ejemplo el último tercio de la cinta, con un desenlace frenético cargado de emotividad.