Los giros de guion son un recurso muy común tanto en cine como en televisión, los cuales bien introducidos suelen ser motivo de sorpresa en los espectadores, aunque lo visto en el episodio 6 de Sugar se puede catalogar como otra dimensión, pocas veces visto en cualquier otra producción, donde además de suponer un giro radical en la trama de la serie, también propicia que esta cambie por completo de género.
Sugar comenzó desde el primer momento como un thriller noir, al estilo de otros grandes títulos como puede ser esa L.A. Confidential protagonizada por Russell Crowe y Kim Basinger, haciéndose referencia a ella a lo largo de este sexto episodio, como parte de ese homenaje que la serie hace a grandes películas clásicas al mostrar fragmentos de ellas intercaladas en la historia.
Sugar es una excelente serie de investigación, poniendo al personaje de Colin Farrell tras la pista de Olivia (Sydney Chandler). Sin embargo, a partir de los dos primeros episodios se suceden acontecimientos que empiezan a resultar algo desconcertantes, empezando a poner el foco en John y quién es en realidad, estableciendo un halo de misterio en torno a su figura, al igual que sucede con otros personajes como es Ruby (Kirby), de quien no existe tampoco ninguna certeza.
En el tercer episodio es cuando empezamos a comprender que la serie creada por Mark Protosevich esconde más de lo que cuenta, teniendo en cuenta esa reunión del club de poliglotas en casa de Ruby, en la que esta va realizando sesiones de control a los presentes. Cuando llega el turno de que John reporte a Ruby, nos damos cuenta que todos los asistentes pertenecen a una especie de organización ultrasecreta, realizando cada uno de ellos distintos trabajos como es el caso de John con las tareas de detective, pero lo más llamativo es una frase pronunciada por Ruby que posteriormente se ha ido repitiendo, “estamos aquí para observarles, no para participar en sus vidas”. En términos generales, esto conduce a pensar que incluso pueden tratarse de entidades no humanas o directamente alienígenas, dejando cada vez más indicio de ellos con el paso del metraje.
El sexto episodio es revelador en este sentido, comenzando todo con la visita de John a casa de Stallings (Eric Lange), principal sospechoso de la desaparición de Olivia. Una vez allí, John demuestra una vez más que tiene algo especial, consiguiendo calmar a los dos rottweilers con un solo gesto, teniendo vía libre para acceder a la casa, pero todo es demasiado fácil teniendo en cuenta que está tratando con un tipo tan peligroso como Stallings. La realidad es que John cae en una trampa, propiciada por el aviso de alguien a Stallings, viéndose acorralado por este y dos más de sus secuaces, dando pie a una situación donde a pesar de ser compleja, John reconoce que no quiere hacerles daño, pero en última instancia no le queda más remedio que acabar con todos, aunque es herido de gravedad. Ese aviso al que hacíamos mención anteriormente procede de Ruby, algo para nada sorprendente para nosotros como espectadores dado el empeño en que John no investigase a Stallings.
Malherido, John recurre a una de las pocas personas en las que puede confiar como es Melanie (Amy Ryan), alquilando esta una habitación de motel por orden de John, quien bajo ningún concepto quiere ir a un hospital para ser tratado. Esta situación propicia que John llame a su amigo Henry (Jason Butler Harner), al cual vimos durante la reunión del club de políglotas, iniciando este los procedimientos para suturar la herida de John, siendo todo de lo más común en estos casos, incluso llevando una bolsa de sangre para realizarle una transfusión, lo cual es usual, pero existe un detalle muy revelador en la etiqueta que porta la misma, poseyendo esta caracteres extraños.
Una vez con las heridas suturadas, Henry deja a John a cargo de Melanie, pero durante la noche este decide ir a visitar a Ruby para pedirle explicaciones sobre su aviso a Stallings. Ruby reconoce sus acciones, recalcándole a John que le dijo que abandonase el caso, pues textualmente “quieren que deje de buscar” a Olivia, preguntando John quiénes lo piden “ellos, nosotros”, dejando esto claro que ambos forman parte de un colectivo.
John no es humano
Antes del estreno de Sugar, hay que remarcar que Apple TV+ la catalogó como “una serie que cambia de género”, pues efectivamente esto así ha sido. Posteriormente a hablar con Ruby, John vuelve a la habitación del motel, siendo aquí cuando se produce uno de los giros de guion más salvajes que se recuerden. A lo largo de toda la temporada. hemos visto como en alguna ocasión John se inyecta algún tipo de sustancia, no sabiendo al principio muy bien si sería por algún tipo de enfermedad, pero ahora sí que somos plenamente conscientes para qué es, sirviendo para devolver a John a su aspecto natural, pues este no es ni más ni menos que un alienígena. Este hecho explica muchos de los interrogantes que John planteaba, como la capacidad de hablar varios idiomas y poseer una gran cantidad de habilidades, sumado a esa fascinación por elementos cotidianos que expresa en varios momentos.
Básicamente, esto es un cambio de escenario brutal, pasando de un thriller de investigación a una serie de ciencia ficción en toda regla, pues esto significa que personajes como Ruby, Henry o el Dr. Vickers, entre otros, pertenecen también a la especie de John, existiendo ciertas similitudes con Invasión secreta de Marvel. A partir de ahora, la trama puede ir en cualquier dirección, habiendo múltiples posibilidades para continuar con la historia e incluso sentando las bases para lo que sería una hipotética segunda temporada.